Los habitantes de la región de Aysén recuerdan que entre 2008 y 2017 el río Baker, el más caudaloso de Chile, sufrió 21 crecidas que dañaron infraestructura y mataron al ganado. Un reciente estudio efectuado por científicos de Bélgica y Chile revela que estas crecidas no representan un nuevo fenómeno. Han ocurrido durante los últimos tres mil años y eran mucho más destructivas en el pasado.
Las crecidas del río Baker ocurridas en el siglo 21 están relacionadas a la descarga abrupta de agua del Lago Cachet 2, cuya existencia se debe a la formación de una represa natural por el glaciar Colonia. Cada vez que la represa glacial se rompe, el agua del lago vacía en el río Colonia, que se une, aguas abajo, con el río Baker. Estas crecidas son conocidas como un fenómeno de GLOF por sus siglas en inglés (Glacial Lake Outburst Flood).
Las numerosas crecidas ocurridas entre los años 2008 y 2017 sugieren que el fenómeno de GLOF está relacionado al cambio climático. Para verificar esta relación, un grupo de científicos de la Universidad de Gante, Bélgica, en colaboración con científicos del Centro EULA de la Universidad de Concepción y del Centro CIEP de Coyhaique, investigaron la ocurrencia de estas crecidas del río Baker en el pasado. Analizaron los depósitos sedimentarios que estas crecidas han dejado en Valle Grande, una planicie de inundación cerca de Cochrane, usando carbono 14 para fechar dichos depósitos.
Valle Grande es particularmente interesante porque ha sido parcialmente inundado durante cada GLOF ocurrido entre 2008 y 2017 señala Elke Vandekerkhove, primer autor del estudio que está terminando su doctorado sobre el fenómeno de GLOF en Patagonia. En este estudio, nos enfocamos en los sitios más altos de la planicie de inundación, donde el agua llega solamente durante los eventos extremos, dice la joven investigadora.
Los científicos sacaron testigos de sedimento en cuatro sitios relativamente altos de Valle Grande. “Estos sedimentos nos permiten reconstruir las crecidas del río Baker durante los últimos tres mil años”, señala Vandekerkove.
“Pensábamos que íbamos a encontrar más depósitos de crecidas durante los periodos cálidos” dice Bertrand, el líder del proyecto; “pero lo que vimos fue lo opuesto: las crecidas eran mucho más caudalosas 2500 años atrás y durante la Pequeña Edad de Hielo aproximadamente 200 años atrás, cuando los glaciares estaban más voluminosos”
“Tiene sentido –agrega Bertrand– glaciares más altos y anchos represan lagos glaciales mucho más voluminosos”. Esas represas de hielo no se rompen fácilmente, pero cuando colapsan el resultado son crecidas bastante más fuertes que las del siglo 21.
Los resultados publicados en la revista Quaternary Science Reviews confirman que hay una relación entre las crecidas y el cambio climático. Durante los periodos fríos, hay menos crecidas, pero son más fuertes. Sin embargo, durante periodos más cálidos, como lo que vivimos ahora, los GLOFs son más frecuentes pero de menor magnitud.
Esos resultados coinciden muy bien con los datos históricos de la región, dice Torrejón, investigador del Centro EULA. Los colonos que poblaron la zona de Cochrane señalan que, en la década relativamente fría de 1960, las crecidas eran más fuertes: “durante las crecidas, las ovejas quedaban arriba de los árboles” indican.
“La represa glacial en el lago Cachet 2 está mucho más débil ahora que 10 años atrás” dice Brian Reid, investigador del Centro CIEP. “Sin embargo, el riesgo de tener un GLOF no ha desaparecido, toda vez que el lago Cachet 2 hoy se está llenando, por lo que estamos trabajando en reforzar nuestro sistema de alerta temprana” dice Jorge O’Kuinghttons, el jefe de la unidad regional de glaciología de la DGA. “Además, este riesgo se ha incrementado en otros sectores de la región, como en la cuenca del Río Huemules, que nace del glaciar Steffen, en donde durante el mes de noviembre instrumentalizaremos el registro de niveles de agua en tres lagos que han producidos GLOFs, y que probablemente en el futuro incrementen sus episodios de vaciamientos” señala.
“Para la DGA es importante conocer publicaciones como esta”, destaca el Director Regional de Aguas, Elías Fernández Niño, “dado que nos indican que estos fenómenos han ocurrido en los últimos tres mil años y que no van a desaparecer en un futuro cercano, lo que nos obliga a reforzar esfuerzos en esta área”.
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