Un 23 de enero de 1930 un avión anfibio monomotor Vickers Vedette sobrevolaba los cielos ayseninos. A cargo de los controles iba el teniente Aníbal Vidal junto a su mecánico el cabo primero Alfredo Román en días que el gobierno de Chile se interesaba por reforzar su soberanía por el territorio y la aeronáutica civil en la zona austral.
Según el libro “Historia de Aisén” de Ortega y Brünning, el avión iba por el estuario del río Aysén, cerca de la isla Elena, cuando inesperadamente se precipitó a las heladas aguas del mar. Fueron los primeros mártires de la aviación en Aysén y de la Línea Experimental Austral que intentaba crear Arturo Merino Benítez.
El impulsor de la aviación civil ya había logrado establecer una ruta aérea entre Santiago y Arica en 1929, pero también miró hacia el sur con el fin de explorar las rutas australes.
Merino estableció una base en Chamiza, Puerto Montt, desde donde despegaron Vidal y Román hasta Aysén en su anfibio Vickers Vedette.
El accidente fue un duro golpe para Arturo Merino, pues Vidal era un prometedor piloto de 23 años y que llevaba un año de experiencia en vuelos.
Merino se sacudió la tristeza y con mucho temple decide hacer un raid austral en homenaje a sus compañeros mártires y, a bordo de un avión Junker, recargó combustible en el río Baker y sobrevoló con valentía junto a una tripulación el Golfo de Penas, “pese a los fuertes vientos que le impedían ver el mar”, según el relato de Merino en sus memorias.
Un 27 de enero de 1930 logra aterrizar en Punta Arenas, dedicando el logro al teniente Vidal y su compañero Román.
Posteriormente, en la década del cincuenta se inició la construcción del aeródromo en el sector de Río Claro, a 5 kms. de Coyhaique, el que fue bautizado como Teniente Vidal, el primer mártir de la aviación regional.
Si bien, en 1949 se terminó la construcción del aeródromo de Balmaceda, también se decidió levantar otra pista en Río Claro, pues de acuerdo a los archivos de la Dirección General de Aeronáutica Civil (Dgac) el camino para llegar a Balmaceda era muy complicado, sobre todo en invierno y tener una pista en Coyhaique facilitaba muchos trámites.
Según la Dgac fueron unos vecinos coyhaiquinos los que motivaron la idea de un terminal aéreo propio.
Fue en la casa del profesor normalista y contador general, Óscar Martínez, donde se reunieron el comandante del Ex Regimiento 14 de Aysén, Julio Moreno y el comandante de la Base Aérea de la Fuerza Aérea de Chile (Fach) en Balmaceda, capitán Alberto Jara y ahí definieron la construcción del aeródromo.
Con el nombre de Aeródromo Teniente Vidal comenzó sus operaciones el 1 de diciembre de 1953, hace exactamente 69 años y los antiguos coyhaiquinos aseguran que cumplió un rol importante durante el llamado “Terremoto Blanco”, ocurrido en 1960, convirtiéndose en un puente aéreo usado por innumerables aeronaves para llevar ayuda a la zona.
La pista del aeródromo es de asfalto de 1.546 metros de largo por 30 metros de ancho y posee un edificio administrativo y una terminal con capacidad para 150 pasajeros.
El aeródromo Teniente Vidal, atiende principalmente vuelos de aviación general de empresas que realizan viajes regulares hacia Villa O"Higgins, Melinka y Puerto Aguirre, además de evacuaciones aeromédicas, vuelos de patrullaje de caminos o rescate de personas del helicóptero de Carabineros.
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