Historias DiarioSur

Las Guaitecas, más que 162 años de historia

Por Pablo Santiesteban / 11 de febrero de 2022
Ciriaco Álvarez, el empresario maderero que marcó el despegue de Melinka y del archipiélago de las Guaitecas.
[#HistoriasDiarioSur] Si bien el aniversario recuerda la fundación de Melinka, el archipiélago en sí tiene mucho más para contar.
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La comuna de Guaitecas conmemora sus 162 años de historia, reflejada en la fundación de su localidad principal: Melinka, fundada el 10 de febrero de 1860.

Lamentablemente para los habitantes de Melinka y de Repollal, todas las actividades que se habían considerado se suspendieron por la emergencia sanitaria que vive la región y el país.

Para la Región de Aysén esta celebración resulta digna de destacarse, pues Guaitecas es la comuna más antigua del territorio.

Por años el archipiélago de las Guaitecas se vio ligado a la historia de la isla de Chiloé. Son cerca de 40 islas las que lo forman, pero las principales por tamaño son las islas de Gran Guaiteca de 206 mts. cuadrados, Leucayec de 132 km², Ascensión de 50 km², Betecoi con 41 km², Mulchey con 35 km² y Clotilde con 21 km².

El archipiélago está separado del continente por el canal Moraleda en su parte este, mientras que el canal Tuamapu y el paso del Chacao lo separan por el sur del archipiélago de los Chonos. En la parte septentrional lo separa del archipiélago de Chiloé la boca del Guafo y el golfo Corcovado.

Melinka y Repollal, los principales poblados de la comuna se encuentran en la isla Ascensión.

LOS CANOEROS

Desde tiempos inmemoriales el archipiélago fue recorrido por los pueblos canoeros de Chile, en especial los chonos y los alacalufes. Lamentablemente no hay mucha información acerca del asentamiento de estos pueblos, pues eran nómades y eso, sumado al poco interés de los españoles por colonizar las islas, no dejaron mucgos registros históricos.

Recién en 1553 se tiene un registro de los primeros europeos que alcanzaron sus costas cuando una expedición de Francisco de Ulloa explora la costa del Estrecho de Magallanes y se convierte en el primer navegante en recorrer la región, pues consigna que arribó a un archipiélago llamado de los Chonos y que más al sur tuvo un enfrentamiento con los nativos.

Quienes sí se aventuraron por estas islas fueron los misioneros jesuitas que tuvieron una buena acogida de parte de los chonos, quienes casi no opusieron resistencia a la evangelización.

Según el libro “Los chonos en Chiloé: itinerario y aculturación” del investigador e historiador chilote Rodolfo Urbina, el primer registro de una expedición jesuita más allá del golfo del Corcovado fue en 1612 y que en una de estas expediciones el padre Mateo Estaban registra alrededor de 120 personas habitando las islas de Guaitecas y quizás unas 50 personas más que pudieron haberse escondido.

Los jesuitas llegaron a redactar hasta un catecismo en lengua chona y levantaron 4 capillas, pero con el tiempo la rigurosidad del clima y la falta de personal fue disminuyendo la influencia de estos religiosos. A la larga los chonos dejaron de interesarse en el cristianismo y quemaron las capillas. 

Las islas Guaitecas se convirtieron así en un límite entre las colonias españolas de Chiloé y el mundo de los pueblos canoeros.

SURGE MELINKA

En 1826, con la conquista de la isla de Chiloé a la República de Chile, el archipiélago de las Guaitecas pasa a administración del naciente Estado. A medida que el país empieza a consolidarse económicamente ciertos ojos empezaron a posarse sobre los bellos cipreses de la isla y pronto entendieron que estaban ante un verdadero “oro verde”.

Según el libro “El negocio de la madera: comerciantes y “hacheros de Chiloé (1850-1875), es posible que el decreto del 2 de julio de 1859, que permite el corte de maderas en terrenos fiscales de la provincia de Chiloé, oficializara una actividad extendida en la zona, la cual era la explotación de los recursos sin control efectivo del Estado.

Las islas en sí estaban despobladas, pues los comerciantes chilotes sólo explotaban la madera y la comercializaban desde sus puertos, en especial Ancud, al resto de Chile.

Hasta que surgen dos personajes claves para la futura historia de esta comuna insular: los empresarios Felipe Westhoff y Ciriaco Álvarez. Westhoff, de origen lituano, se instala en Ancud en 1859 y en su calidad de subdelegado marítimo del archipiélago de las Guaitecas y encargado de llevar el registro de las actividades económicas de la zona, se instala por temporadas en el sector sur de la isla Ascensión, así se levanta un villorrio que bautizaría como Melinka y que a la postre se convertiría en la capital de la comuna, todo esto en febrero de 1860.

Posteriormente en la década de 1880, el empresario chonchino Ciriaco Álvarez aprovechó el auge madero de la zona e instaló su centro de operaciones en Melinka, contando con bodegas, aserradero, espacios habitacionales y pulperías que distribuían los víveres, imitando el modelo de los campamentos salitreros del norte del país. Así comenzó a forjarse la leyenda del “rey del ciprés con Ciriaco Álvarez, un rey que vestía poncho, sombrero y botas de montar, pero que amasó una gran fortuna en base a la explotación indiscriminada de los bosques y del trabajo de sus empleados que tenían pocas regalías laborales.

OTROS CAMINOS 

El auge maderero hizo que de a poco surgieran asentamientos humanos donde el principal siguió siendo Melinka, eso hizo que pronto comenzaran otros nichos comerciales como la extracción de algas, el secado de cholga y robalo y la caza de lobos marinos, huillín y chungungo. 

En 1975, perteneciendo aún a la comuna de Quellón y a la provincia de Chiloé, el archipiélago es traspasado a la nueva XI Región y en 1979 se convierte en la comuna de Guaitecas.​ La municipalidad se crea en 1980 y un año después entra en funciones su primer alcalde, Jorge Moya Delgado.

En la década de 1990 se inicia la extracción del erizo, muy cotizado por las empresas japonesas, y posteriormente se abre paso la industria salmonera.

LA RESERVA

Fue tanta la explotación maderera que el gobierno de Chile se vio obligado a crear una reserva de los árboles autóctonos, fue así que el 28 de octubre de 1938 se crea la Reserva Nacional Las Guaitecas, pero que está más vinculada a las actuales comunas de Aysén y Cisnes.

La reserva es una de las áreas verdes protegidas del país con mayor antigüedad y abarca 1.097.975 hectáreas de superficie, las que comprenden 40 islas e islotes. En ella se puede encontrar el ciprés, así como otras especies como el ñirre, mañío, tepú y coigüe de Magallanes.

De esta manera los seres humanos se reivindican con el viejo ciprés, talado sin ningún tipo de piedad por nuestros antepasados.

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