En el siglo XVIII el territorio de Aysén aún no estaba explorado y no era parte del interés de la colonia española en los territorios de la Capitanía General de Chile, pero las zonas del Estrecho de Magallanes y el Golfo de Penas eran paso obligado para los navegantes y tenían muy mala fama por las dificultades que implicaba remontar sus aguas y por el clima poco amistoso. Los naufragios eran muy comunes en el sur de Chile y uno de los más comentados fue el ocurrido en el invierno de 1741, el naufragio del HMS Wager cerca del Golfo de Penas. A bordo de este navío estaba el joven guardamarina de 18 años John Byron, abuelo del poeta George Gordon Byron, conocido por el mundo de las letras como Lord Byron, y que soportó una aventura de sobrevivencia como pocas.
Por aquellos años España e Inglaterra estaban en guerra; se trataba de la Guerra de la Oreja de Jenkins (1739-1748), un conflicto cuyo “casus bellis” fue la captura de la nave británica “Rebecca”, comandado por Robert Jenkins, por el navío español “La Isabela”, al mando de Juan León Fandiño, quien cortó la oreja del capitán inglés de un golpe de espada y, según Jenkins, habría amenazado al rey británico. Inglaterra ambicionaba apoderarse de colonias españolas y estaba muy interesada en la Patagonia, por lo que el suceso del “Rebecca” fue la excusa perfecta para entrar en conflicto.
EL NAUFRAGIO
Según el libro de José Boratiini Vidal “Fragmentos de la historia de Aysén”, desde el Puerto de Santander, España, salió una flota a cargo del almirante Jorge Pizarro y desde Portsmouth, Inglaterra, salió una flota a cargo del almirante Lord John Anson con la misión de quitarles a los españoles los fuertes de Corral y Valdivia. Dentro de la flota inglesa venía la fragata Wager con 28 cañones y 160 tripulantes. Esa era la tripulación del joven John Byron.
Según el académico Jorge Sepúlveda el HMS Wager había sido un buque mercante adquirido por la Armada inglesa para ser usado como transporte logístico, y dotado de algún armamento. Transportaban al momento del naufragio, una gran cantidad de enfermos de la flota de Anson e infantes de marina -en total, 142, lo que superaba en número a la tripulación del buque, que era de 106- además de víveres para los otros buques, armamento y municiones. La tripulación tampoco era mucho mejor pues, debido a las dificultades de reclutamiento, muchos eran veteranos o personas de malvivir que se habían alistado a cambio de unas monedas.
Tras unas jornadas de viaje muchos hombres enfermaron y murieron, entre ellos el propio capitán y que fue sustituido por el inexperto oficial David Cheap. Las dos escuadras llegaron a las costas chilenas cerca de la misma fecha, a fines de febrero de 1741, y al cruzar Paso Drake y el Cabo de Hornos, sin haberse encontrado para combatir, se vieron afectadas por fuertes temporales. Muchos de ellos naufragaron, también la fragata Wager. La mañana del 14 de mayo de 1741, llena de desperfectos y averías la HMS Wager encalló al sur del Golfo de Penas, en el archipiélago llamado Guayaneco. Los tripulantes nadaron a tierra salvando algo de la comida.
MOTÍN Y CANIBALISMO
Con partes de lo que quedó del navío los sobrevivientes hicieron tiendas de campaña para sobrevivir. El plan del capitán Cheap era viajar al norte con una lancha y botes que habían salvado, pero sus tripulantes organizaron un motín a cargo de John Buckley quien proponía regresar hasta Brasil a través del Estrecho de Magallanes y el Océano Atlántico.
John Byron cuenta en sus memorias que un grupo de indígenas (tal vez kawéskar o chonos) se encontraron con ellos y les regalaron mariscos. Día después aparecieron y les dejaron tres ovejas de quién sabe dónde y no los volvieron a ver.
Buckley y sus hombres se robaron todo el licor de lo que quedó de su nave, se emborracharon y se burlaron de sus oficiales. De nada valió que Cheap tratase de controlar la situación y se enfrentase directamente con uno de los amotinados, Cozens, a quien disparó en la cara y dejó morir bajo un terrible dolor durante varios días. Este hecho fue reprobado por Byron en los relatos que dejó de su aventura.
Los sobrevivientes se dividieron así en dos grupos, los de Buckley y los del capitán Cheap, en este último viajaba el guardiamarina Byron y otros 18 hombres, entre ellos, el cirujano Elliot, el teniente Hamilton y el guardiamarina Campbell. Su objetivo era reunirse en Chiloé con el Almirante Anson.
Cuando la comida terminó y las provisiones escasearon, lamentablemente ambos grupos prácticamente hicieron la guerra, pues el grupo de Buckley atacó a sus ex compañeros y hasta hicieron volar un barril de pólvora en su intento por matar al capitán Cheap. Con el paso del tiempo estos hombres cayeron en lo más bajo que un ser humano podía caer y como no tenían nada para comer recurrieron al canibalismo para sobrevivir, según cuenta el libro de C.H. Layman sobre este naufragio.
En el lado de Cheap hubo otro motín y un grupo de hombres decidió tomar una chalupa y dejar a su capitán y otros compañeros en la isla. Los amotinados no sabían de las aguas ayseninas y pronto su chalupa se vio destrozada por las terribles aguas del Golfo de Penas y no les quedó más remedio que volver a su campamento original.
Durante todo el tiempo del naufragio los hombres comenzaron a buscar alimento por su propia cuenta y a no compartirlo. Según Byron, el propio capitán Cheap tenía pedazos de carne de foca y no lo compartía con nadie, salvo con el cirujano Elliot. Muchos hombres murieron de hambre ante los ojos impávidos de los sobrevivientes.
SALVADO POR LOS INDIOS
Al parecer el guardiamarina Byron se separó del grupo de Cheap y fue rescatado por un grupo indígenas (se presume que eran chonos o tal vez kawéskar), con los cuales se embarca y logra avanzar hacia el norte. Sus aventuras están relatadas en un libro escrito por el mismo John Byron que lleva el nombre de “El naufragio de la Fragata Wager”.
Acompañado por los nativos Martín y Manuel, Byron comparte con ellos sus costumbres, observa sus ritos y come con ellos y tras un largo viaje, logran atravesar el Istmo de Ofqui. Byron vio cómo las mujeres indígenas se desnudaban y lanzaban con un canasto entre lo dientes a las frías aguas patagónicas, se sumergían y al emergen aparecían con el canasto lleno de erizos para alimentarse y compartir con los náufragos ingleses.
Los sobrevivientes llegaron en canoas a Chiloé donde fueron detenidos por los españoles, se reencontraron con sus otros compañeros y llevados a Santiago. En 1744 fueron trasladados a España y luego de seis años fueron repatriados a Inglaterra.
John Byron publicó posteriormente las memorias de su naufragio en un libro editado en 1768 en Inglaterra y fue éxito de ventas. Llegó al grado de Contralmirante en 1775 y de Vicealmirante en 1779. Falleció en Londres el 10 de abril de 1786. En su libro escribió sobre la costa aysenina que “nunca en mi vida había visto un mar tan terrible como el que aquí se agitaba”.
Existe una isla en el Golfo de Penas que lleva su nombre y al lado hay otra que fue bautizada como isla Wager y que son parte del archipiélago de Guayaneco.
EL NOMBRE DE AYSÉN
Se cuenta, a raíz de esta historia, que las posibles causas del nombre de la región de “Aysén”, está en que cuando Byron avanzaba hacia el norte por los canales, y los hielos comenzaron a desaparecer, exclamó en inglés: “Ice end” (que significa el fin de los hielos).
Tras el naufragio de la fragata Wager el Imperio Español comenzaría una serie de exploraciones para descifrar los misterios de la que llamaba “Terra Incógnita” y conocer la parte costera de la región, los canales y los fiordos y todo el sector comprendido entre el Cabo de Hornos y la Isla de Chiloé.
Grupo DiarioSur, una plafaforma informativa de Global Channel SPA, Av. España, Pasaje Sevilla, Lote Nº 13 - Las Animas - Valdivia - Chile. Powered by Global Channel