La historia vuelve a dar luces de lo que fue la Patagonia millones de años atrás. Un grupo de científicos chilenos y argentinos confirmaron del hallazgo del esqueleto de una especie prehistórica de cocodrilo en Mallín Grande, a 1.500 metros de altura en plena cordillera patagónica. Según sus estudios el esqueleto de este animal tiene 148 millones de años por lo que claramente la especie sería uno de los antepasados más antiguos de los actuales cocodrilos.
El hallazgo fue descrito en la publicación científica Scientific Reports del grupo Nature que estuvo encabezado por los científicos Fernando Novas y Manuel Suárez, más la participación de Rita de la Cruz, Federico Agnolín, Sebastián Rozadilla, Gabriel Lío, Marcelo Isasi y David Rubilar.
El nuevo reptil fue bautizado como Burkesuchus mallingrandensis y sería uno de los pocos cocodrilos que habitaban tierra firme junto a los dinosaurios antes de la gran glaciación.
EL HALLAZGO
El descubrimiento transforma a Mallín Grande como una zona de interés científico, pues en 2004, después de descubrir el esqueleto de la especie que ahora es reconocida como Chilesaurius diegosuarezi, se confirmó que en la Formación Toqui hay un formidable yacimiento fosilífero de reptiles jurásicos con una antigüedad aproximada de 148 millones de años. Ese primer hallazgo, que promovió numerosas exploraciones en Aysén, lideradas por Manuel Suárez y Rita de la Cruz, de la carrera de geología de la Universidad Andrés Bello y del Servicio Nacional de Geología y Minería (Sernageomin), respectivamente, fue el punto de partida
Los geólogos contaron con la colaboración del Laboratorio de Anatomía Comparada y Evolución de los Vertebrados (LACEV) de Buenos Aires y en 2014 visitaron nuevamente la zona para continuar con sus investigaciones. La suerte hizo que descubrieran los restos del Burkesuchus mallingrandensis.
Fue el doctor Federico Agnolín, investigador del LACEV del Museo Argentino de Ciencias Naturales “Bernardino Rivadavia” de Buenos Aires, quien encontró los primeros huesos expuestos en la superficie de una roca. Dicho hallazgo fue seguido de una sorpresa aún mayor cuando el mismo Agnolín, excavando con maza y cinceles alrededor del fósil, quebró un fragmento de roca y vio, con gran asombro, lo que atesoraba en su interior: la parte posterior de un cráneo, preservado de modo admirable.
Una vez terminada la travesía, los bloques de roca que contenían los fósiles fueron transportados a Santiago, y luego de contar con los permisos necesarios, pudieron ser transportados al Museo de Buenos Aires para su preparación y estudio.
CÓMO HABRÍA SIDO
El hallazgo del esqueleto inmediatamente remite a preguntarse cómo era esta especie y cómo era la fauna de la Patagonia en la Prehistoria.
Según los antecedentes recopilados el Burkesuchus tenía el tamaño de un lagarto, y no superaba los 70 centímetros de largo. Su cuello, lomo y cola estaban cubiertos por una doble hilera de placas óseas de función protectora, superpuestas de modo similar a un tejado.
La estructura del cráneo revela que el Burkesuchus, al igual que los cocodrilos actuales, poseía una solapa carnosa que al cerrarse protegía al oído cuando el animal se sumergía en el agua.
Según los geólogos Manuel Suárez, Jean-Baptiste Gressier y Rita de la Cruz el Burkesuchus formaba parte de una fauna de reptiles que incluía, además del Chilesaurus de 3 metros de largo, a grandes dinosaurios de cuello largo, parientes del Diplodocus y de los enormes titanosaurios herbívoros.
Manuel Suárez expresó en una publicación de su universidad que “los últimos años han sido testigo del auge que la paleontología del mesozoico ha tomado en Chile, y animales como el Chilesaurus y el Burkesuchus ayudarán a cambiar nuestro entendimiento sobre la evolución de los reptiles que dominaron la Tierra en la Era Mesozoica”.
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