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Los secretos de D'Olbeck, un clásico cervecero de la Patagonia

Por Pablo Santiesteban / 13 de noviembre de 2024 | 17:50
Charlie de Smet D'olbeck conversó con Mae Aracena sobre sus inicios y entregó consejos a los emprendedores de la región. Crédito: Grupo DiarioSur.
Descendiente de belgas, Charlie es un ejemplo regional y nacional de cómo lograr algo con trabajo y disciplina. Esta es su historia.
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Era 1949 y cuando los chilechiquenses se sorprendieron cuando vieron que llegaba una caravana de camiones llena de “gringos”. Con el tiempo esos “gringos” se hicieron tan patagones como ellos y aportaron con su esfuerzo a la Ciudad del Sol, eran los colonos belgas que optaron por dejar a su país destruido por la Segunda Guerra Mundial y buscar nuevos horizontes.

Entre esos colonos estaba la familia De Smet D'olbeck de Halleux, unos verdaderos emprendedores que llegaron con sus cinco pequeños hijos a inicios de ese 1949. La familia se enamoró del paisaje, de los cerros, del lago Carrera y el río Baker. Así, a fines de ese mismo año les nació su pequeño belga patagón al que bautizaron como Charles.

Charlie creció en Chile Chico en un entorno campestre y las humanidades debió hacerlas en Santiago. Con el tiempo se enamoró de Beatriz, una serenense, se casaron y formaron su familia con seis hijos y diez nietos.

Ya con 54 años y toda una vida recorrida, Charlie debió cambiar horizontes y reiventarse. Un día viendo el correntoso río Baker se le ocurrió la idea de fabricar cerveza al estilo belga, pero con agua de la Patagonia. “Las aguas más puras del mundo”, según dice.

Perseverar o perseverar

Diario Regional Aysén quiso conocer la historia de Charlie de Smet D'olbeck y para eso nos trasladamos a la Taberna, que también es la fábrica de cerveza, ubicada en avenida General Baquedano 1895 en Coyhaique. Ahí estaba el cerebro, corazón y alma de la mejor cerveza de la Patagonia, quien accedió a contar parte de su historia.

Pero el éxito no llega sin antes sufrir el fracaso y esa es la principal receta de un emprendedor como Charlie D'olbeck. En 2005 inicia la aventura de la cerveza y el mismo reconoce que la primera que produjo “era mala mala”.

Se desanimó, pero ahí estuvo el consejo y la compañía de Beatriz para levantar a Charlie y animarlo a volver a intentarlo. Así, con ensayo, error, intentos y más intentos Charlie sacó a su cerveza “regalona” como la bautizó: la lager de D'olbeck y que promocionó por siete años.

En 2012 se dio el paso siguiente con la cerveza tipo Ale hasta que logró el producto “estrella”, la cerveza de maqui realizada con los procedimientos belga y los frutos y el agua de la Patagonia. La cerveza se hizo famosa a nivel nacional y trajo satisfacciones a los de Smet D'olbeck.

Ya en 2015 se abrió La Taberna en Coyhaique, fruto de la perseverancia y al desprecio a los desánimos iniciales. Todo esto con el apoyo de la familia, de hecho sus hijos ayudan en varios aspectos, tal como la marca y las simpáticas gráficas de cada cerveza donde aparece Charlie, su recordado cóndor al cual rescató y crió años atrás y su perrita boyera “Pampa” y su descendencia, “Arturo”.

Repuntando

Charlie de Smet D'olbeck tiene un espíritu optimista, para él después de la pandemia todo apunta a repuntar con el comercio de Aysén. Prefiere ver el vaso (shopero, en este caso) medio lleno a verlo medio vacío.

El único consejo que Charlie se atreve a dar y que, es un secreto no tan secreto, es la perseverancia a ultranza. “Lo importante es la perseverancia a cada instante. La caída ayuda a aprender y para no volver a caer hay que ser ordenado en todo”, señala.

“Los invito a todos y todas a que vengan a visitarnos y a disfrutar de las mejores aguas de la Patagonia, con la cerveza y de esto ambiente en La Taberna”, indicó.

A sus colegas emprendedores, Charlie les motivó: “Sigan adelante, sean perseverantes, nunca hagan las cosas solos y no las hagan pensando en ganar millones al día siguiente, ahí está el error, sino que hagan algo porque me gusta hacerlo. Ahí estará el éxito”.

El maestro cervecero añadió que hay que aprovechar la fuerza de la juventud o la experiencia para emprender y atreverse a hacer algo nuevo. "Yo empecé tarde, con 54 años, y veo que la juventud tiene campo en la región porque hay mucho emprendimiento por realizar. Ánimo, sigan adelante", dijo antes de despedirse de la conversación con Diario Regional Aysén.

 

 

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