Su poco apreciada compañía es inevitable cada verano, pueden hacer que una visita al campo, a la playa o al río se convierta en una desagradable experiencia de picaduras que simplemente acaban con la paciencia hasta del más tolerante ser humano.
Los tábanos o coliguachos (scaptia lata) representan el lado B de la temporada estival, quien vive o visite el sur sabe lo que significa sufrir la insistente persecución de estos insectos dípteros (que tiene dos alas) especialmente entre fines de diciembre y fines de enero.
Estos insectos pertenecen a la familia de los Tabanidae, que en Chile alcanzan a más de 100 especies.
El coliguacho se caracteriza por su color negro y partes con pelo anaranjado, siendo autóctono de Chile aunque también se lo puede encontrar en Argentina.
Este insecto habita zonas de bosques con cercanía de humedales y cursos de agua, donde la hembra deposita sus huevos, de los cuales salen larvas, estado en el que se mantienen por un periodo de entre uno y dos años.
Posteriormente se transforman en insectos, apareciendo entre diciembre y enero, etapa en la que se reproducen, viviendo tan solo algunas semanas para morir a mediados del verano.
La razón por la que siguen a los humanos con esa urgencia por picar nuestra piel, obedece a su instinto de reproducción. Son las hembras las que pican, ya que necesitan de las proteínas de la sangre para desarrollar sus huevos con éxito.
Es importante mencionar que no solo buscan la sangre humana, sino que de cualquier mamífero. No hay evidencia de que transmitan enfermedades a través de su picadura.
Los tábanos o coliguachos son atraídos por los colores oscuros, así como por el dióxido de carbono (CO2) y el sudor, por lo que una primera recomendación es evitar el uso de prendas oscuras, prefiriendo los colores claros.
Otro dato a tener presente, es que estos insectos son más activos entre las 11:00 y las 17:00. En esos periodos se indica cubrir brazos y piernas para evitar picaduras.
Huir de los tábanos y agitar los brazos para espantarlos no ayudará, al contrario, solo los atraerá.
No hay mayor evidencia que respalde el uso de repelentes de insectos para protegerse.
Existe una suerte de discusión con respecto a qué insecto es el que tiene la denominación de tábano, a raíz de la existencia de otro díptero, más pequeño y de color gris, al que muchos señalan como el real tábano.
Se trata de un subgénero de la familia Tabanidae, que se denomina Dasybasis, más pequeño que el coliguacho pero igual de molesto y cuya picadura es más dolorosa.
Como ambos pertenecen a la misma familia, no es un error que compartan el nombre de tábano.
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