Con una celebración eucarística en el cementerio de Puerto Aysén, la comunidad católica hizo “memoria agradecida” de la vida, obra y ministerio del padre Antonio Rochi, misionero italiano que suscitó el desarrollo espiritual y material de comunidades y pueblos en la región.
La eucaristía en el cementerio aysenino fue presidida por el obispo Luis Infanti y el padre José Vera y que contó con la presencia que personas que lo conocieron, trabajaron con él y disfrutaron de su amistad.
El padre Antonio, nacido en Bálsamo, Italia, llegó a la región en 1961 como parte de los siervos de la caridad de la Obra Don Guanella y su primer trabajo fue el Hogar San Luis de Puerto Cisnes que había sido parte de una iniciativa encabezada por el Comité de Damas Guanellianas que en esos años dirigía Eugenia Pirzio-Biroli y el padre Pietro Calvi.
Desde 1972 trabaja en la Parroquia Nuestra Señora del Trabajo de Puerto Cisnes, pero desde labor se dedicó a conocer a la gente, visitar pequeñas localidades rurales y a conocer las principales necesidades de la comunidad.
El sacerdote ayudó a generar proyectos con el apoyo de la iglesia, tal como la construcción de capillas y albergues, talleres para trabajos de artesanía, construcción de lanchas y pequeños muelles y otras obras más.
Su actitud humilde asombraba a quienes le conocieron y él mismo se autodenominaba como “un cura rasca, nada más”, como decía frecuentemente.
Su figura hizo historia entre las comunidades de Puerto Aysén, Puerto Cisnes, Caleta Tortel, Villa O'Higgins, Villa Amengual, Puerto Ibáñez, entre otras.
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