Académicos de la Facultad de Ingeniería y Ciencias (FIC) de la Universidad Adolfo Ibáñez (UAI) se atribuyeron un Fondo de Fomento al Desarrollo Científico y Tecnológico (FONDEF) por 185 millones de pesos para crear un sistema recolector de niebla más eficiente y de bajo costo para pequeñas comunidades del norte del país; una tecnología autosustentable que podría replicarse en otras localidades rurales con escasez hídrica. En noviembre se iniciará el prototipado en laboratorio y el trabajo con actores territoriales de Peña Blanca, en la Región de Coquimbo.
El proyecto se desarrollará en la comuna de Ovalle durante 2 años y también recibirá el aporte de otros contribuyentes como la UAI, Fundación Un Alto en el Desierto y Cervecería Atrapaniebla –ubicada en la misma localidad-, quienes aportarán otros 115 millones de pesos.
En Chile, el 4,7 de la población rural no tiene una cadena formal de abastecimiento de agua potable. Si bien el país ha hecho esfuerzos significativos para cubrir las necesidades de las localidades rurales más pobladas, un 38% de esa población está distribuida en otras comunidades y asentamientos que no logran resolver su problema.
Desde el cerro Camaraca en las cercanías de Arica hasta Valparaíso, son frecuentes las camanchacas, nubes que por efecto del relieve se encuentran a ras de suelo. Si bien todas las regiones del país presentan neblina, en los valles transversales del norte chico destacan las condiciones privilegiadas de Vallenar, Ovalle y Copiapó.
Jacques Dumais, académico canadiense de la FIC-UAI y director del proyecto “atrapaniebla multicapa y auto-orientable”, especialista en bioingeniería, ya obtuvo otro Fondef en 2015 para avanzar en investigaciones en la misma materia, en dicha oportunidad en Cerro Santa Inés de Pichidangui. “Hace 8 años llegué a Chile y viajé al desierto de Atacama, donde conocí una planta fascinantes llamada Tillandsia, un sorprendente clavel del desierto que carece de raíces y vive del agua de niebla. Su estructura me inspiró para trabajar un prototipo que imitara su funcionamiento”, explica el gestor del proyecto.
En este nuevo esfuerzo, Dumais espera mejorar la infraestructura auto-orientable, de modo tal que el prototipo sea capaz de alinearse con la dirección del viento sin la necesidad de la intervención humana, lo que podría mejorar en un 40 a 50% la eficiencia del nuevo sistema de atrapanieblas. “La dirección constante de la niebla fluye desde el mar hacia el cerro y actualmente los atrapanieblas son fijos, mientras que el nuevo prototipo actúa como una veleta”, añade el académico.
Las actividades del proyecto comenzarán en noviembre con el desarrollo de una plataforma de fabricación del prototipo en laboratorio, para luego trabajar en terreno con actores de la comunidad de Peña Blanca, una localidad que alcanza los 100 habitantes y que viven de la pequeña agricultura y la crianza caprina. Se esperan montar 4 prototipos en la Reserva Ecológica Cerro Grande de Peña Blanca y comparar su funcionamiento con otros 25 atrapanieblas de modelo “comunero”, de modo de observar y medir las ventajas de la nueva tecnología.
En una segunda etapa del proyecto, se trabajará en un sistema de depuración del agua de niebla, como valor agregado para la cadena productiva no solo de la cervecera, sino de otros proyectos locales en el área de la alimentación y la cosmética. El proyecto se apoyará también en la experiencia previa de la Fundación Un Alto en el Desierto, primera red de cosechadores y recicladores de agua en Chile, con 26 años de trayectoria y creadores del atrapaniebla comunero hace 26 años. Dumais señala que ya trabajan en un banco de patentes que permitirá una producción a mayor escala, posicionando a Chile entre los líderes en tecnología atrapaniebla, junto a otros como California, Perú, Islas Canarias, Marruecos y Alemania.
El modelo tradicional de atrapanieblas, ampliamente difundido en Chile, se caracteriza por tener un soporte de madera y una estructura fija. El nuevo prototipo tiene una estructura de metal (aluminio), y aumenta de 5 a 10 años la vida útil del equipo. Si bien la malla multicapa (tipo kiwi) se mantiene por sus costos y eficiencia en un plazo de 2 años, el diseño de la nueva estructura auto-orientable (que sigue la dirección del viento por sí misma) mejoraría el rendimiento en un 350%.
Luis Caminos, co-director del proyecto atrapanieblas, docente de la FIC-UAI especialista en diseño mecánico y selección de materiales, señala que: “Uno de los desafíos es hacer un prototipo que sea desmontable, portátil y que se pueda armar fácilmente en una montaña. También trabajamos en una cuidadosa selección de materiales livianos y partes transportables que permitan su traslado y montaje hasta lugares poco accesibles. El propósito es trabajar con líderes o monitores en el territorio, de modo tal que adopten la tecnología, sin complicaciones, y la apropien con su propia identidad, no solo para su consumo doméstico, sino con un potencial económico y productivo a mayor escala, para distintos tipos de emprendimientos”, sostiene el profesor Caminos.
El académico destaca el impacto del proyecto, siendo una significativa oportunidad de vinculación con el medio. “Un rol importante de la ingeniería mecánica es habilitar soluciones que permitan resolver o mejorar la calidad de vida de las personas. Así, esta tecnología y nuestro conocimiento estarán al servicio de la comunidad, contribuyendo en atender el acceso a un recurso tan crítico como el agua. Ésta puede ser una solución alternativa al suministro de agua en pequeñas comunidades, con un potencial de rentabilidad y que aprovecha las oportunidades que ofrece la niebla, sin necesidad de otra energía más que el viento”, concluyó el docente.
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