Renán Catalán dice que las jineteadas son su vida. Recuerda que tenía alrededor de 10 años cuando se subió por primera vez al lomo de un caballo de jineteada y sintió esa cosa rara en el estómago, una tensión que sólo se liberó en apenas unos segundos cuando el caballo lo derribó al suelo mientras escuchaba los “sapucay” de la gente.
Catalán es conocido en toda la región por ser el presidente de la Agrupación Cultural de Jineteadas y Tradiciones de la Patagonia, entidad que organiza las jineteadas, entre ellas la más grande, la de Río Ibáñez y con la presencia de gauchos de Argentina, Uruguay, Brasil y Chile.
Actualmente su agrupación organiza las jineteadas de Cochrane en la feria costumbrista más antigua de Aysén. “Es una fiesta muy linda, se reúne la familia con sus tradiciones. Muestran cómo era la Patagonia antes. Se pasa muy lindo”, dice y añade “el que no conoce o no le gusta esto es porque no ha vivido en el campo, no conoce lo que es vivir en la Patagonia”.
En el último tiempo han surgido voces que primero criticaron al rodeo chileno y ahora a la fiesta venezolana del coleo por considerarlas maltrato animal y las jineteadas están también bajo ese ojo acusador. Pese a ello, los eventos se llenan en las comunas de la región y reúnen igual o más público que un partido de fútbol.
“Las jineteadas no son maltrato animal. El que dice eso no sabe. Nosotros cuidamos mucho a nuestros caballos”, manifiesta Catalán, que aclara que un caballo de jineteada primero es entrenado en un rango que va desde seis meses a un año antes de ser montado en un evento.
“Yo soy animalista. Yo soy una persona que cuida a sus caballos, soy reconocido por eso. No hay maltrato animal. Si veo maltrato animal soy el primero en denunciarlo”, dijo enfático.
“El caballo es un animal tan inteligente que yo los llamo y ellos vienen. No hay necesidad de pegarles. En las jineteadas el animal no sufre, el que sufre es el jinete, eso sí, porque he visto a varios quebrados en algunas montas”, expresa Catalán a la hora de hablar de la disciplina que él considera un deporte criollo.
Añade que para un buen preparador de caballos de jineteadas el primer objetivo es que el animal no sufra y para eso se le adiestra para aminorar riesgos de caballo y jinete. ”Al animal hay que enseñarlo a que no patee, no manotee y hacerle cariño, de eso se trata esto”, manifiesta.
Consultado sobre los golpes cuando se está arriba de la montura, Catalán aclara que el rebenque del jinete debe “florearse” (agitarse) y no castigar al animal y que la chicotera (rebenque) no provoca dolor al caballo. “Acá en la Patagonia se ha tratado de profesionalizar la jineteada, pero bajo ciertas normas para que el animal no se estropee”, indica.
Otras voces críticas dicen que la jineteada no tiene nada de chileno y que es una copia de lo que realizan los gauchos en Argentina. Renán Catalán expresa que a la luz de los años y las tradiciones las fronteras se derrumbaron y ya no se podría decir si la disciplina le pertenece a este país u a otro.
“Hay gente que ha llegado a vivir a la región, pero que poco sabe de la cultura nuestra y tal vez por eso critican sin conocer. Acá la gente es sana”, concluyó.
La Agrupación Cultural de Jineteadas y Tradiciones de la Patagonia, luego del evento de Cochrane, realizará en marzo una jineteada nocturna en Río Ibáñez, después se entra en un periodo de receso para volver en gloria y majestad para las Fiestas Patrias.
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