La isla Ascensión, en el norte del archipiélago de las Guaitecas, es el punto donde fue fundado el pueblo de Melinka un 15 de febrero de 1860 y que lo hace el asentamiento más antiguo de la región de Aysén con 161 años de existencia.
Los primeros habitantes de la isla Ascención fueron los chonos, un pueblo canoero que surcaba en sus embarcaciones los canales de Chiloé y de los archipiélagos de Aysén. Se cree que este pueblo vivió como tal hasta el siglo XVIII y posteriormente o se extinguió por enfermedades de los europeos o fue absorbido por el pueblo huilliche entrado el siglo XIX.
Fueron colonos chilotes los que se establecieron en la isla a mediados del 1850, sin embargo el que le dio impulso urbano fue el colono lituano alemán Felipe Westhoff, quien un año antes se instaló y empezó a motivar el levantamiento de más casas para las familias que llegaron, motivadas por la explotación de la madera del ciprés.
"QUERIDITA"
Westhoff, quien tenía más de 200 goletas en el negocio de la madera, pronto comenzó a prosperar en este negocio y él fue el que bautizó el pueblo como Melinka. En idioma ruso el nombre del pueblo significa «queridita», aunque para unos es el nombre de un lugar del país de origen del empresario, mientras que para otros se trata del nombre de su hermana.
Antes de que se asentara Westhoff, el sector era conocido como Puerto Arena y era frecuentado por balleneros y piratas donde destacó el afamado pirata Pedro Ñancupel. Posteriormente, Melinka se convirtió en cabecera de la subdelegación marítima del archipiélago de las Guaitecas el 21 de agosto de 1865. Formó parte de la subdelegación de Queilén y a partir de 1874 del departamento de Castro como Subdelegación de Melinka.
La empresa de Westhoff tuvo derechos exclusivos para la explotación maderera en Guaitecas, siendo nombrado posteriormente subdelegado marítimo por parte de las autoridades chilenas. Esta posición de autoridad la mantuvo hasta los primeros años de la década de 1870. El 10 de septiembre de 1875 se le otorga la nacionalidad chilena y contrajo matrimonio con María Cavada Rojas, con quien tuvo al menos dos hijos, Rodolfo y Elisa.
Con el tiempo dejó de trabajar como agente para el Ferrocarril Central Andino, lo que no le impidió seguir exportando durmientes al Perú desde el sur de Chile. Una vez retirado, se asentó en Valdivia, donde se desempeñó como profesor y fallecería el 3 de enero de 1879.
EL REY
Tras la muerte de Westhoff, Melinka fue el centro de operaciones de un monarca pintoresco, Ciriaco Álvarez, más conocido como “el rey del ciprés”. Este empresario, originario de Chonchi, siguió por su cuenta la explotación maderera que décadas atrás hizo próspero a Felipe Westhoff e instaló en Melinka una bodega donde guardaba madera y cueros.
Álvarez se hizo conocido en los primeros años del siglo XX y mantuvo su “imperio” hasta entrada la de década del 20. Muchos habitantes de Melinka posteriormente se aventuraron a colonizar las zonas costeras de los archipiélagos de las Guaitecas y Chonos y otros se adentraron a la pampa patagónica y con el tiempo levantaron pueblos. El mismo Ciriaco Álvarez estableció puestos de trabajadores en lo que hoy es Puerto Chacabuco, cerca de Puerto Aysén.
MODERNIDAD
Entre 1911 y 1979 Melinka formó parte de la comuna de Quellón, pero con la nueva división regional el poblado pasó a ser parte de Aysén.
Durante la década de los 30, Melinka fue usado como lugar de castigo por su lejanía con la capital del país. Uno de sus relegados más famosos fueron el senador del partido comunista Amador Pairoa, entre muchos otros.
En 2012 los pescadores de esta comuna se sumaron a las protestas del movimiento social de Aysén y se tomaron el aeródromo del pueblo exigiendo al gobierno mejoras que mitiguen el aislamiento de la región en relación al resto del país.
Hace poco Melinka inauguró un mirador de ballenas en medio una belleza escénica y una vista privilegiada.
TESOROS VIVOS
En la actualidad en Melinka aún viven dos tesoros vivientes, los tejueleros Ramón Carimoney y José del Carmen Colivoro, dos hombres que podían salir meses a buscar madera para después construir casas y mantener así a sus familias.
Este oficio maderero es hoy un quehacer en peligro de extinción, pues el relevo generacional se ve dificultado por las disposiciones que hoy regulan el uso de este recurso que exigen el diseño y aprobación de planes de manejo para la explotación del bosque, además la incorporación de nuevos materiales y técnicas de construcción han abaratado los costos, al tiempo que la tejuela de ciprés encarece por la escasez de materias primas.
En 2015 Carimoney y Colivoro fueron reconocidos como “Tesoros vivos” por el gobierno de Chile.
Viajar a Melinka es retornar un poco a la antigua vida marítima donde los colonos se forjaron con el frío de Aysén y de las aguas que la bañan.
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