El escape de 690 mil ejemplares de la especie salmón Atlántico (Salmo salar) ocurrió en julio de 2018, oportunidad en la que los peces huyeron desde el centro de cultivo de la empresa noruega Marine Harvest, en isla Guar, comuna de Calbuco, región de Los Lagos.
Una vez ocurrido el escape en el año 2018 fue difícil establecer un sistema de recopilación de información y monitoreo de la pesca informal que estaba ocurriendo.
El documento preparado por expertos del Núcleo Milenio de Salmónidos Invasores (INVASAL) detalla científicamente el escape de salmones ocurrido en 2018 en instalaciones de la empresa MOWI Chile.
El informe analítico fue elaborado por un equipo multidisciplinario de expertos del Núcleo Milenio INVASAL, que agrupa a investigadores científicos de las universidades de Concepción, de Antofagasta, de Los Lagos, y de Valparaíso.
El documento incluye una introducción con presentación de un objetivo general y específicos y el desarrollo de la investigación, el cual es expuesto a través del desarrollo exhaustivo de los cinco objetivos específicos del reporte, que son: identificar la extensión espacio/temporal de presencia de salmones escapados y su remoción en el Seno del Reloncaví y zona norte de Chiloé; caracterizar biológicamente los salmones capturados, su abundancia relativa (captura por unidad de esfuerzo; CPUE) y origen; evaluar ecología trófica de salmones mediante análisis estomacal e isótopos estables; identificar y cuantificar la importancia de salmónidos en la dieta del lobo marino común en el sur de Chile; y estudiar las representaciones sociales del escape de salmones y analizar los impactos socioecológicos.
La pesca de investigación que dio origen a este estudio se prolongó por once meses. Por temas de logística y permisos no fue posible cubrir el periodo más crítico después del escape.
Cabe destacar que una vez ocurrido el escape fue difícil establecer un sistema de recopilación de información y monitoreo de la pesca informal que estaba ocurriendo. Posiblemente se perdió información porque no hubo suficiente coordinación público-privada, y no se pudo recopilar toda la información o validarla de manera adecuada.
De los resultados del estudio es posible establecer que, si los salmones escapados tuvieron un impacto en el ecosistema estudiado, esto habría ocurrido en los siguientes tres meses posteriores al escape, ya que pasado ese periodo se encontraron muy pocos individuos en el área.
El estudio detectó que es importante que existan algunos tipos de incentivos para la entrega de información por parte de los pescadores y también debe existir un monitoreo permanente de salmónidos en vida libre en los cuerpos de agua donde se ejerce la acuicultura.
Los escasos individuos capturados no permiten establecer patrones claros de dieta o preferencia alimentaria. Si bien los salmones que logran sobrevivir deben alimentarse y su dieta parece variar entre pellets y peces pelágicos, existe una brecha relevante de información que no permite contar con conclusiones definitivas respecto a los potenciales impactos de los salmones escapados.
Sin embargo, el estudio arroja lecciones ante eventuales casos similares en el futuro, como por ejemplo, la necesidad que el monitoreo de los individuos escapados se establezca inmediatamente después del escape, y que continúe por al menos seis meses después del evento, aun cuando no se capturen individuos. Solo así es posible establecer el potencial impacto temporal y espacial de los escapes.
Segundo, la pesca de investigación permite generar información extremadamente valiosa. Sin embargo, se requiere de autorizaciones expeditas y que permitan implementar los procedimientos de muestreo y recopilación de información apenas ocurrido el escape.
En tercer término, es necesario que existan protocolos de recopilación de información de las capturas que sean distribuidos en forma eficiente entre los pescadores. Además, es fundamental conocer cuántos pescadores y embarcaciones ejercen la pesca para estimar captura por unidad de esfuerzo. Esto permitiría extrapolar con mayor seguridad la tasa de remoción de los escapados.
Asimismo, este estudio detectó que es importante que existan algunos tipos de incentivos para la entrega de información por parte de los pescadores y también debe existir un monitoreo permanente de salmónidos en vida libre en los cuerpos de agua donde se ejerce la acuicultura. La intensidad y extensión de los monitoreos debería ser consistente con la cantidad de peces en cultivo.
Por último, debería existir un plan de comunicación permanente sobre la presencia y abundancia relativa de las especies de salmónidos y especies nativas en los cuerpos de agua donde se ejerce la salmonicultura.
Entre el equipo de expertos destacan: Daniel Gomez-Uchida, Maritza Sepúlveda, Cristian B. Canales-Aguirre, Pablo Rivara, Billy Ernst, Valentina Prida, Mauricio Cañas-Merino, Selim S. Musleh, Carla Muñoz-Mendoza, Beatriz Cid, Marcelo Durán, Rodrigo Marin-Nahuelpi, José M. Yáñez y Chris Harrod.
Como contraparte técnica de este reporte, se contó con la participación del Centro INCAR, a través de Doris Soto; y Jorge Mancilla y Álvaro Pérez, por parte de MOWI Chile.
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