Es fascinante conocer cómo las personas han ocupado el territorio en la región de Aysén, específicamente en bosques, cuevas y mesetas. La comprensión de cómo las poblaciones humanas interactuaron con diferentes tipos de entornos a lo largo del tiempo puede arrojar luz sobre su adaptación a desafíos ambientales y su uso de recursos.
El Dr. César Méndez y su equipo en el Centro de Investigación en Ecosistemas de la Patagonia (CIEP) están desempeñando un papel crucial en la investigación de esta región. Su trabajo involucra la excavación de sitios arqueológicos, el estudio de artefactos y restos humanos, así como el análisis de datos geográficos y ambientales para comprender mejor cómo las poblaciones históricas se movieron y utilizaron estos diferentes entornos.
La investigación titulada “Exploradores en Aysén continental: una evaluación de las discontinuidades arqueológicas en el tiempo y espacio” financiada por la Agencia Nacional de Investigación y Desarrollo (ANID), no solo proporciona información valiosa sobre la historia de la ocupación humana en la región, sino que también puede ayudar a responder preguntas sobre cómo las poblaciones se adaptaron a las condiciones cambiantes y cómo influyeron en el paisaje. Además, puede tener implicaciones para la conservación de los recursos naturales en la actualidad. Esto es posible gracias al trabajo de arqueología que el grupo de Méndez ha realizado en Aysén por más de 15 años, en el área de la arqueología y el paleoambiente.
“El proyecto de investigación se centra en entender cómo las poblaciones del pasado ocuparon los márgenes de sus territorios, es decir, las áreas que no eran sus lugares preferidos. Esto implica comprender por qué la gente utilizaba diferentes espacios de manera marginal, como los bosques densos o las mesetas altas en la región de Aysén”, detalló el Director del Proyecto Fondecyt Regular que se encuentra en el tercero de cuatro años de trabajo.
La región de Aysén presenta características especiales que hacen que sea un lugar interesante para este estudio. En esta región, existe una fuerte estacionalidad, con momentos del año que son más agradables y otros en los que es más difícil acceder a ciertos lugares debido a la cobertura de nieve y otros desafíos ambientales. Esta variabilidad en las condiciones hace que la ocupación de la región sea discontinua, es decir, las poblaciones entraban y salían de ciertos lugares o se replegaban hacia zonas de menorr altitud en diferentes momentos, explica Méndez, Doctor en Antropología, con mención en Arqueología.
Comparativamente, en otras regiones donde las condiciones son más estables a lo largo del año, los registros arqueológicos suelen ser más frecuentes y los sitios pueden ser ocupados de forma continua durante más tiempo. Por lo tanto, la región de Aysén se considera un «laboratorio natural» para comprender cómo las poblaciones humanas enfrentaron los desafíos ambientales y se adaptaron a ellos a lo largo del tiempo.
Es importante destacar que, además de lo mencionado, se investigarán diferencias en la ocupación de estos espacios en distintos períodos, desde hace miles de años hasta tiempos más recientes. La idea de discontinuidades en la ocupación humana no es nueva en la arqueología, pero en las últimas décadas ha habido un renovado interés y una mayor sistematización del tema.
“Anteriormente, muchos arqueólogos se centraban en lugares con abundante registro arqueológico, donde la ocupación era continua a lo largo del año, lo que dificulta la identificación de discontinuidades. Sin embargo, a medida que se comenzaron a estudiar regiones como Aysén y otras áreas con climas y condiciones ambientales que no permiten una ocupación permanente, el concepto de discontinuidades cobró más relevancia”, explicó el investigador del CIEP.
Cómo lo harán
La metodología utilizada en la investigación de las discontinuidades en la ocupación humana en la región de Aysén involucra varias técnicas y enfoques, entre ellos fechados radiocarbónicos intensivos, evaluación de tasas de deposición, georqueología, alternancia de ocupación de espacios con animales.
En cuanto a los resultados de la investigación, uno de los hallazgos más interesantes se relaciona con las cuevas en el valle del Río Ñirehuao. Se han estudiado dos sitios, «Cueva de la Vieja» y «Baño Nuevo 1,» cuevas que fueron ocupadas y desocupadas al mismo tiempo en repetidas ocasiones a lo largo de los últimos 12,000 años. Esto sugiere una sincronía en la ocupación de estos sitios y podría tener implicaciones importantes para comprender cómo las poblaciones interactuaron en la región.
En los próximos meses, el equipo de investigación del Fondecyt, tendrá la visita de investigadores de la Universidad de Viena que planean continuar la investigación en la región, centrándose en la preservación de ADN ambiental en los sedimentos de una de las cuevas. Este enfoque novedoso podría proporcionar información valiosa sobre la interacción entre seres humanos y animales en diferentes momentos de la historia.
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