Este 20 de noviembre, a los 89 años, falleció Evaristo Alarcón, cultor tradicional de la comuna de Puerto Ibáñez.
“Cotito”, como le decían con cariño, llegó junto a sus padres desde El Chalía a la región Aysén el año 1941, siendo un niño, y más adelante el año 1971 se establece en el que sería su pueblo definitivo, Puerto Ibáñez.
Se casó con Guillermina Sandoval Cea, con quien tuvo 6 hijos (uno de ellos fallecido) y aunque trabajó en diversos oficios, como alambrador, esquilador y otras cosas, su profesión como él decía, era la de “soguero”, donde destacó en el trabajo en soga; una práctica necesaria en los tiempos en que no había otros materiales disponibles para elaborar las piezas de trabajo que la ganadería y el uso del caballo demandaban, elaborando piezas como maneas, lazos, bozales y otras, para determinados usos, las que cumplían con los requerimientos de firmeza y durabilidad.
Don Evaristo llegó a tal nivel de prolijidad y fineza, que le permitió crear piezas de gran belleza y calidad que pronto lo hicieron reconocido, no sólo en su entorno cercano sino en la región y fuera de ella, como en localidades argentinas cercanas desde donde le mandaban a hacer trabajos. La fundación Artesanías Chile, lo incluyó entre artesanos escogidos de todo el país, a quienes se les compraban piezas, que desde la Fundación viajaban a todo el mundo.
Lo recuerdan como un hombre al que le gustaba la conversación y la música, tocaba la guitarra, le gustaba escribir y también recordaba con prodigiosa memoria, versos y canciones aprendidas desde su niñez, escuchadas en las ruedas de fogón, en discos de vitrola y en las fiestas campesinas, siempre tenía una historia para contar y la disposición a escuchar y aprender de otras personas.
Aunque veneraba la tradición de su oficio, tuvo la apertura de entender que el contexto actual era distinto de aquél donde se formó y, con esa disposición, trabajó enseñando su arte – oficio en espacios escolares, con materiales distintos de la soga, hilos encerados y coloridos que trenzaban y tejían las manos de los y las jóvenes aprendices, para que esta antigua técnica se siguiera conservando con nuevas propuestas.
Sin duda, don Evaristo, sus historias, su trabajo y sus enseñanzas vivirán por mucho tiempo en la memoria de sus cercanos y de su comunidad, que lo recuerda también por su actividad como dirigente campesino y activo organizador de los adultos mayores de su localidad.
Por todo ello, amigos y vecinos junto a familiares, se volcaron a despedirlo este domingo en el cementerio de Puerto Ibáñez, dando muestras de cariño y respeto que lograron hacer más llevadera la pena del momento y dejar en sus hijos y esposa, el consuelo de que su paso por esta tierra fue valorado por muchísimas personas.
Despedida a don José Evaristo Alarcón Belmar (Q.E.P.D)
Hermano, amigo, vecino
domador, bardo, campero,
empeñoso chacarero,
dirigente campesino,
hacedor de su destino
de su esposa compañero
un padre que con su esmero
dio a sus hijos un camino
y porque estaba en su sino
verseador y guitarrero.
Porque era un gaucho genuino
de una sola pieza, entero
porque siempre fue soguero
hasta el fin de su camino
llevará me lo imagino
en este viaje postrero
Un par de leznas, un cuero
lonjas para tiento fino
por si al Hacedor divino
le hace falta un nuevo apero.
Omar Troncoso España(*)
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